Consecuencias indirectas


Cruce de espadas en el aire…

Esta puerta deteriorada, astillada por el placer de la autodestrucción…
gotas de vida derramadas sobre el algodón.
Razones como eslabones de esta cadena.
Y un candado que nunca se cierra.

Escúchate gritar en la oscuridad…
¡no oigas!, escucha…
los lamentos son el reflejo de la cruz que llevas a cuestas.

Tus manos inquietas, son las causantes, las que desgarran,
tu mente, cansada, ahogada del horror continuo de los días inciertos,
una sonrisa algo burlona intentando brindarte consuelo…

Constrúyete un jarrón, uno ya roto, uno vacío,
que contengan aquellas gotas de tu vida.
Que recoja lo que tus manos desperdician.  
  
Tal vez algún día puedas cerrar aquel candado,
tal vez las espadas caigan y se oxiden,
y en tu mente se pose la calma, por misericordia…

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