Así van las cosas hasta ahora
El lugar que habito en el momento en que escribo estas líneas en incierto. Me cuesta reordenar mis ideas, no soporto los argumentos de un viejo del siglo pasado y desperdicio mi tiempo jugando Clash of Clan y Clash Royale de forma alternada. Llevo una semana pensando en por qué he vivido mi vida a merced de lo que el mundo quiera. El “mundo” no es eso que el lector pueda interpretar como la realidad latinoamericana del siglo XXI que tanto prolifera gracias a Internet. El “mundo” al que me refiero consta de un tercer piso caluroso, abierto al polvo, al ruido de vecinos inconscientes del otro y deseosos de festejar cada que el pago se los permita. Vivir con 5 megas de internet compartidas en dos pisos, con un pc de doble núcleo que entre ambos no llegan a los 3 GHz parece algo… básico. El problema es que este mundo también dispone de una carga académica a la que la interrogan la coherencia. ¿Para qué estudiar literatura en un rincón olvidado del planeta en el que todo está caduco? No sé inglés, he intentado aprenderlo, me he tropezado con él, he querido mandarlo a la mierda y caigo en cuenta que lo necesito.
Mi mundo se hace insoportable cuando me piden escribir sobre autores que no conozco y por tanto no me interesan. Mi mundo se agrava cuando conozco a esos autores, me gusta su trabajo y tengo que escribir sobre ellos de cierta forma. Mi mundo se va a la mierda cuando intento escribir para los docentes que me impusieron aquellas tareas mientras, en mi tercer piso, un loro que no sabe comer se muere de hambre y debo alimentarlo con una cucharita plástica de esas de fiestas infantiles de clase baja. Se fue a la mierda. Y pienso que debo hacer algo, que el ruido, los animales, la universidad, el trabajo, mis relaciones interpersonales, la familia que todo necesita de mí. Si muero todos los que me conocen e interactúan conmigo deberán seguir sus vidas. Pero como no he muerto, aquí me tienen; exigiéndome de manera sutil que cumpla con existir.
Existir se ha vuelto algo tan agotador que solo me dedico a jugar Clash Royale, que estoy en liga 1 con un gigante al 10, que llegué siendo nivel 10, que llegué sin megacaballero, sin espíritu real, sin arquero mágico, sin log-bait, sin un mazo competitivo, sin ayuda de youtubers jugando esto o lo otro. El mundo es tan aplastante que he dejado Clash Royale más de 4 veces y he vuelto a él, que ahora juego Clash of Clan, que tengo un ayuntamiento nivel 3, que lo único que me falta por subir son los muros y estaré listo para subir mi ayuntamiento al nivel 4. Mi vida se fue a la mierda porque no siento culpa de estar en liga 1, porque llevo escribiendo un ensayo que debí entregar hace tres semanas, porque ver a mis compañeros de clase me asfixia. Los veo y siento que el tiempo se detuvo y no puedo salir.
Se preguntará… ¿por qué estoy contando todo esto? Simple. Para escribir durante un tiempo y retomar mi ensayo tardío con la sensación de: he estado escribiendo de forma ordenada, organizando las ideas en párrafos, hablando de la existencia, creando un tono, aludiendo a la situación socioeconómica de un joven colombiano de clase baja que vive más o menos cómodo comparado con la miseria que habita en barrios como El Calvario. Esto es un ejercicio creativo e intelectual. Es la manera en que tengo para autoengañarme, para emular un ambiente académico en la palomera que es mi casa, para luego cambiar de página en Word y seguir escribiendo este ensayo sobre Félix Guattari y la multiplicidad presente en Luís Britto García, para no pasar a liga 2, para no invadir X aldea y subir las arqueras al 2, para no pensar que mañana debo presentar el ensayo y no me importa, para no ver la televisión mientras dan los casos de decisiones que tan absurdamente entretienen a mis padres, para no pensar en ella y en su inexistencia debido a la cristalización del amor propia de Stendhal, para no pensar en que tengo sueño así duerma horas, para no preguntarme para qué escribir ese ensayo.
Mi mundo se hace insoportable cuando me piden escribir sobre autores que no conozco y por tanto no me interesan. Mi mundo se agrava cuando conozco a esos autores, me gusta su trabajo y tengo que escribir sobre ellos de cierta forma. Mi mundo se va a la mierda cuando intento escribir para los docentes que me impusieron aquellas tareas mientras, en mi tercer piso, un loro que no sabe comer se muere de hambre y debo alimentarlo con una cucharita plástica de esas de fiestas infantiles de clase baja. Se fue a la mierda. Y pienso que debo hacer algo, que el ruido, los animales, la universidad, el trabajo, mis relaciones interpersonales, la familia que todo necesita de mí. Si muero todos los que me conocen e interactúan conmigo deberán seguir sus vidas. Pero como no he muerto, aquí me tienen; exigiéndome de manera sutil que cumpla con existir.
Existir se ha vuelto algo tan agotador que solo me dedico a jugar Clash Royale, que estoy en liga 1 con un gigante al 10, que llegué siendo nivel 10, que llegué sin megacaballero, sin espíritu real, sin arquero mágico, sin log-bait, sin un mazo competitivo, sin ayuda de youtubers jugando esto o lo otro. El mundo es tan aplastante que he dejado Clash Royale más de 4 veces y he vuelto a él, que ahora juego Clash of Clan, que tengo un ayuntamiento nivel 3, que lo único que me falta por subir son los muros y estaré listo para subir mi ayuntamiento al nivel 4. Mi vida se fue a la mierda porque no siento culpa de estar en liga 1, porque llevo escribiendo un ensayo que debí entregar hace tres semanas, porque ver a mis compañeros de clase me asfixia. Los veo y siento que el tiempo se detuvo y no puedo salir.
Se preguntará… ¿por qué estoy contando todo esto? Simple. Para escribir durante un tiempo y retomar mi ensayo tardío con la sensación de: he estado escribiendo de forma ordenada, organizando las ideas en párrafos, hablando de la existencia, creando un tono, aludiendo a la situación socioeconómica de un joven colombiano de clase baja que vive más o menos cómodo comparado con la miseria que habita en barrios como El Calvario. Esto es un ejercicio creativo e intelectual. Es la manera en que tengo para autoengañarme, para emular un ambiente académico en la palomera que es mi casa, para luego cambiar de página en Word y seguir escribiendo este ensayo sobre Félix Guattari y la multiplicidad presente en Luís Britto García, para no pasar a liga 2, para no invadir X aldea y subir las arqueras al 2, para no pensar que mañana debo presentar el ensayo y no me importa, para no ver la televisión mientras dan los casos de decisiones que tan absurdamente entretienen a mis padres, para no pensar en ella y en su inexistencia debido a la cristalización del amor propia de Stendhal, para no pensar en que tengo sueño así duerma horas, para no preguntarme para qué escribir ese ensayo.
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